lunes, 11 de agosto de 2008

Daños Fisicos



Numerosos estudios han sido emprendidos para evaluar los diversos efectos de la música rock, además de graves traumatismos de oídos, vista, columna vertebral, sistema endocrino y sistema nervioso de los oyentes asiduos a este tipo de música. Bob Larson y un equipo médico de Cleveland han revelado varios síntomas convincentes en más de 200 pacientes.

Esta música puede tener efectos y consecuencias físicas asombrosas: cambios en el pulso y la respiración, secreción acrecentada de las glándulas endocrinas, en particular la glándula pituitaria que regula los procesos vitales en el organismo. Cuando aumenta la música la laringe se contrae, cuando baja se distiende.

El metabolismo de base y el porcentaje de azúcar en la sangre se modifican a lo largo de la audición. Se puede entonces pensar en “jugar” con el organismo humano como se toca un instrumento musical y de hecho ciertos compositores de música se propusieron manipular el cerebro provocando un corto circuito en las facultades conscientes tal como hace la droga.

El rito predominante del rock y del pop condiciona primero el cuerpo y luego estimula ciertas funciones hormonales del sistema endocrino.

Estos efectos aumentan con la intensidad de la música. Más allá de 80 decibeles el efecto es desagradable, a más de 90 se vuelve perjudicial.

Ahora bien, en los conciertos rock se ha medido de 106 a 108 decibeles en el centro de la sala y 120 cerca de la orquesta; los especialistas también descubren en los jóvenes problemas de audición propios de los adultos de más de 50 años, así como un aumento inquietante de enfermedades cardio vasculares o problemas de equilibrio.

En cuanto a la vista la necesidad de iluminación especial y la utilización de rayos láser han producido daños irreversibles en los ojos de algunos participantes.

El profesor Paul Zenier, de la universidad de Purdue, explica: “ciertas discotecas están equipadas con efectos láser. Si el rayo penetra en el ojo puede producir una quemadura en la retina con formación de una mancha ciega y permanente. Además los rayos de luz animada que aparecen al ritmo de la música, producen vértigo, náuseas y fenómenos alucinantes”.

En el plano sexual, el equipo médico de Bob Larson afirma categóricamente: “Las vibraciones de baja frecuencia, debidas a la amplificación de la guitarra baja, a las cuales se les agrega en el efecto repetitivo del beat, producen un efecto considerable sobre el líquido cerebro espinal. A su vez, este líquido afecta directamente la glándula pituitaria que regula la secreción de hormonas.

El resultado global es un desequilibrio de las hormonas sexuales y suprarrenales, así como de un cambio radical de la tasa de insulina en la sangre, de manera que las diversas funciones de control de las inhibiciones morales caen por debajo de lo tolerante o están por debajo de lo tolerante o están completamente neutralizados”.

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