
Si tan graves son los efectos fisiológicos, más aún los efectos psicológicos. No hay quien se someta impunemente durante un tiempo prolongado a la influencia despersonalizadora del rock que no sufra traumatismos psicológicos afectivos profundos. Nos basta con enumerar diez que se repiten casi siempre en los análisis médicos y psiquiatricos de los doctores Mc Raferty, Gramby Bline, Barnard Saibel, Walter Woight, así como Frank Garlock, Tom Alleny otros diversos trabajos:
1º Modificación de las reacciones emotivas que van de la frustración a la violencia incontrolable.
2º Pérdida del control, tanto consciente como reflejo, de las capacidades de concentración.
3º Disminución considerable del control de la voluntad sobre los impulsos subconscientes.
4º Sobreexcitación neuro-sensorial que produce euforia, sugestividad, histeria e incluso alucinación.
5º Trastornos serios de la memoria, de las funciones cerebrales y de la coordinación neuro-muscular.
6º Estado hipnótico o cataléptico que convierte a la persona en una especie de zombi o de robot.
7º Estado depresivo que va desde la neurosis hasta la psicosis, sobre todo cuando se combinan música y droga.
8º Tendencias suicidas en homicidas acrecentadas con la audición cotidiana y prolongada de la música rock.
9º Auto mutilación, auto inmolación y auto castigo, sobre todo en las grandes concentraciones.
10º Impulsos irresistibles de destrucción, de vandalismo y de levantamiento de descontentos, después de conciertos y de festivales de rock.
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